Hola de nuevo, hoy es el día que voy hablaros sobre mi operación. Ya estoy
preparada, no sabría deciros porque pero lo siento así.
Os preguntareis porque me cuesta tanto escribir sobre ello y después de
mucho pensarlo he llegado a la conclusión que es porque en la operación fue
cuando perdí la fertilidad.
Os recuerdo que me diagnosticaron cáncer el 18 de diciembre. Bueno pues
durante esos dos meses fui un manojo de nervios. Muchos conceptos por aprender,
los sentimientos a flor de piel y una gran impotencia por saber que tenía cáncer
y, de momento, no podía hacer nada contra él.
Y el 18 de febrero fue el día taaaaan esperado. Os recuerdo que me hicieron
una histerectomía radical por laparoscopia y con trasplante de ovarios. Es decir,
me vaciaron entera y conservaron los ovarios para que pudiera seguir
hormonando.
La noche anterior organice una cenita en casa con mis amigos (Laia, Sara y
Dani) y mi pareja (Juank). Al menos tuve unas horas de desconexión. Y para
dormir me tomé un “diazepan” que me dio el cirujano, así que dormí toda la
noche. A las 7:30 de la mañana tenía que ingresar en el Hospital. Primero me
hicieron unas preguntas, me pesaron, análisis de sangre y (lo que más me sorprendió)
me hicieron duchar con un jabón desinfectante de color rojo. La verdad, que no se sí que aún me duraban los
efectos el “diazepan”, estuve muy tranquila. Riendo y haciendo bromas. No os
negaré que me daba mucho miedo entrar a quirófano, pero no había otra opción.
Sobre las 8:30 bajaba a quirófano, bueno a una sala donde había más gente a
la que iban a operar. Íbamos todos en camilla, con nuestra bata verde y sin
ropa interior y un gorro verde. Recuerdo aquella sala bastante antigua y un montón
de enfermeros y médicos. Al poco llegó mi anestesista y mis cirujanos. Y después
de unas pocas preguntas me llevaron a quirófano. Recuerdo ese momento por el
pasillo yo en camilla y un montón de personas a mi alrededor, como si una procesión
de tratara. En quirófano un montón de máquinas, algunas parecían sacadas de películas
futuristas. Y de repente todo el mundo
empezó a hacer cosas y hablaban entre ellos. No era capaz de entender que
decían y, por los nervios, me puse a llorar. Que sensación más mala, me sentí
tan indefensa. Hasta que una enfermera me secó las lágrimas y me dijo que no me
preocupara. Me empezó a explicar que me iban a dormir y que no me preocupara,
que todos los cables que me ponían eran para controlarme. Así que me arranco la
bata, me puso una manta por encima y en los pies un tubo de aire caliente. Me cogieron
una vía, me administraron anestesia y lo último que recuerdo fue que aquella
enfermera me preguntó que donde me gustaría irme; y yo le conteste “muy lejos de aquí con mi hija”. Y me dormí.
Lo primero que me hicieron fue extraerme 5 ganglios linfáticos y
analizarlos. Si alguno hubiera estado afectado por la enfermedad no me podrían
haber operado. Por suerte, todos estaban bien.
Las horas me pasaron volando y no sé a qué hora desperté. Empecé a preguntar
por mi hija hasta que me explicaron que estaba en el hospital. Y seguí
durmiendo. Recuerdo que tenía frio y los labios secos. Un enfermero me ponía
una gasa mojada en los labios, y aire caliente por los pies. No sé cuánto rato
estuve ahí.
Cuando me subieron a mi habitación vi que en el pasillo estaba toda mi
familia esperando. Se despidieron de mí y me dejaron descansar.
Pase unas 24 horas ingresada. He de decir que los dolores son horribles. Los
primeros días lloraba al hacer de vientre o al reír. Apenas podía caminar y me
tenían que pinchar en la pierna para la circulación de la sangre. Eso fue lo
peor.
En unos 10 días empecé a hacer una vida más normal, aunque si me esforzaba
mucho luego tenía unos grandes dolores.
A los 20 días tenía la primera revisión y todo estaba cicatrizando a la
normalidad. El Cirujano me comentó que tendría que hacer unas sesiones de radio
y quimio. La radio ya sabía que era posible, pero pensaba que de la quimio me había
librado. La verdad que fue un jarro de agua fría.
Pero bueno, ahora ya lo he acabado todo mi tratamiento. Y aunque tengo
anemia y algunas limitaciones, llevo una vida bastante normal. Lo único que
queda ahora son revisiones. Y rezar para pasar las ITVS bien, que eso dirá que
acabe con mi cáncer.